jueves, 13 de febrero de 2014

Let You Down

Tirada en el suelo, sentada en mis rodillas, las uñas ensangrentadas de arañar la pared en mi caida, ambos muros cernidos sobre mi. Lloro, lloro, porque él me miró de frente, con los brazos extendidos aún temblando de soportar mi peso, él me vio, y giró el rostro, y se fue tras ella. Podría haber muerto en ese instante, quizá debiera haberlo hecho, pero tú llegaste. Llegaste corriendo, hacia mi, solo frenando para mirar mi sucia cara surcada en lágrimas. Me tomaste suavemente, me ayudaste a levantarme del suelo, a abandonar las paredes que me sostenían, cambiaste mi punto de apoyo, a ti. 

Prometiste, prometiste, no dejarme caer. Nunca, nunca... Te miré a los ojos, a tus profundos ojos azules, te miré buscando la trampa, la mentira, el fallo. No lo hay, nada hay en tus ojos sino pureza, brillo, el reflejo hermoso que me devuelven de una yo que no soy real. 

-No me abandonarás, ¿verdad? No podría soportarlo, no, no. 

Tus fuertes brazos tomaron mi cintura, me sujetaron con firmeza, y volvieron a prometer tus labios. 

-Yo nunca te dejaré caer...





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