domingo, 27 de octubre de 2013

Ungrateful...

Amanda volvió a gritar, su voz quebrada, su garganta dolorida. Nadie podía oírla, nadie iba a salvarla, ni hoy... ni nunca. Su piel estaba amoratada por todos lados, su rostro cubierto por el cabello oscuro que se le pegaba lleno de sudor y sangre. Los golpes se sucedían, los empujones, las patadas. No quedaban lágrimas que pudieran acudir a sus ojos, no había nadie que llorara por ella.


Su casa parecía grande comparada con aquel sucio servicio donde cada día... cada minuto... Con los ojos vacíos subió a su cuarto, la mochila tirada en la cama, los zapatos por el suelo. Se atrevió a mirarse en el espejo, y lo que vio sí la hizo llorar. Sus dedos acariciaron el reflejo, sus labios respiraron, sus palabras susurradas se esfumaron.


-Yo te salvaré.


Se giró hacia la ventana, miró el celeste cielo sobre ella, y luego el gris suelo bajo ella... Una última y triste sonrisa se asomó a su boca, luego, nada. 



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