viernes, 14 de diciembre de 2012

No es nuestra historia... es la mía

Voy por un largo pasillo, oscuro, rompiendo los espejos q cuelgan en la pared y reflejan lo q soy. Empiezo a correr cuando la brillante superficie se derrite, y forman figuras plateadas q me señalan, q se ríen, q sacan a la luz todo aquello q hice mal. No me atrevo a volver la vista, tengo miedo, pero me paro cuando escucho tu voz, cuando pronuncias mi nombre. Tus ojos están tristes, profundos, la decepción se transmite de tu cuerpo al mío por una mirada. Tengo q huir, alejarme, corro hacia la incierta oscuridad q es el futuro. Entonces todo cambia, y estoy parada en mitad de una plaza, llena de gente q me miran susurrando. Quiero salir de allí, pero no puedo moverme, estoy anclada al suelo. Vuelvo a oír mi nombre, y otra vez tus ojos me miran con dolor, desesperanza. Agarro tu muñeca antes de que caigas, estamos sobre un edificio, encima de la plaza. Desde arriba puedo distinguir las figuras que nos miran, son los espejos, son las personas susurrantes, todos se ríen de mí, todos gritan que te deje caer, que te deje marchar como tantos otros hicieron conmigo. Pero me doy cuenta de que es exactamente eso, que soy yo la que se aferra a tu mano cálida, y tú el que tiene la decisión final. Sólo puedo entreabrir mis labios para pedirte ayuda, para que no me sueltes, pero el orgullo que los demás como tú me ayudaron a conseguir, evita cualquier súplica que salga de mi boca. Cierro los ojos, me preparo para otra caída que me lleve al fondo del abismo, entre personas que me juzgan y espejos en los que juzgarme.


-No son ellos los que te hacen daño, eres tú.


Y tienes razón, puedo ver mi rostro en cada figura q espera impaciente mi caída, pero ya es demasiado tarde. Ahora, el salvarme o caer de nuevo depende de tí, de lo mucho q me comprendas, de lo mucho q me aprecies, de lo mucho q me odies, o te desesperes. Mi caída, depende de todos aquellos q decidieron dejarme caer, de aquellos q me empujaron directamente. Mi caída, depende del dolor q yo misma me inflinjo, q me dejes inflinjirme. Sabes q solo soy un alma errante, q encontró tu alma perdida y destrozada, q se olvidó de su miedo a las alturas, q decidió no volver a aquel edificio, y no sabía k la decisión era tuya.


Mi caída... está en tus manos.

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